Salió gritando,agitada y asustada pues su cama estaba repleta de brillantes lagartijas negras que la miraban amenazantes.
Escuchó a lo lejos la risilla de sus vecinas y apretó los puños para no llorar.Luego se sentó en la baranda de la entrada de su casa,a la espera de sus hijos.Sentía impotencia por no poder lograr que aquellos bichos a los que odiaba tanto,se fueran de su casa y angustia por que cuando lo contaba,la miraban con incredulidad y se alejaban de ella con cualquier pretexto;se sentía sola en aquel lugar tan alejado de la civilización y su familia.
El esposo,un hombre machista y retrógrado que no aceptaba un "no" por respuesta,fue el primero en aparecer por la calle vieja y cubierta de zarzamoras y al verla en el barandal,movió la cabeza en un gesto de desagrado.Ángela lo miró y pensó en el primer momento que lo vio.Luego sintió como el llanto se escondía en su pecho,pues hacía años que ya no amaba a aquel hombre,que la veía como un objeto y que se molestaba al dirigirle la palabra.
=¿Otra vez los bichos?=preguntó con rabia,mirando a las vecinas que no hacían más que parlotear.
=Sí,la cama estaba llena...
No pudo terminar,pues el esposo entró y revisó todo,pero sólo encontró una lagartija verde,pequeña e inofensiva,a la que agarró con su mano y tiró al jardín.Eladio era un hombre tosco,preocupado del qué dirán.Prefería el trabajo a estar con su mujer,ya que no le perdonaba ser el segundo marido,pues sentía ser víctima de un engaño;en su machismo infinito,sabiendo de la viudez de Ángela,no soportaba que otro la hubiese tocado antes que él y eso lo había llenado de un odio irracional.Comieron en silencio,esperando la llegada de los niños,que podrían alegrar aquella lúgubre casa pero con quienes Ángela descargaba toda su amargura a vista y paciencia de Eladio.Después de todo,no eran sus hijos...
Cierto día,casi a las doce en punto,Ángela salió enloquecida de la casa,mientras sus hijos quedaban dentro escuchando aquel siseo que producían las lagartijas que habían invadido la casa;parecía el viento que arrastra las hojas de otoño cuando trae un mal presagio... Ángela se volvió a mirar la casa y se dio cuenta que estaba cubierta por un manto negro,del cual escapaban miles de cabezas feroces y patas entrelazadas;dentro se oían los gritos de los niños,que desesperados gritaban la ayuda de su madre,pero un suspiro de alivio y una calma diáfana en su rostro,marcó el destino de los infantes.
Cuando Eladio llegó,se encontró con la algarabía de los vecinos,mientras un médico inyectaba un sedante a la mujer que gritaba que unas inusuales lagartijas negras habían irrumpido en su hogar,acabando con los niños y con el último atisbo de sanidad de Ángela,que encerró en una carcajada sin descanso a la espigada mujer que no supo ser madre... Después de un par de horas,cuando la casa estaba en silencio,Eladio sacó de su bolsillo un pliego con figuras extrañas,que solo los iniciados conocían,un mechón de cabello,tierra de cementerio,una fotografía y pronunció en voz alta las palabras que habían atraído desde el más profundo rencor a aquellos seres oscuros que atormentaron la existencia de su mujer por tres años... Una vil sonrisa apareció en su cara y alzando la voz en la última estrofa,acabó con el trozo de vida que reía incansable en una sala de hospital.
Cuando la enfermera entró para inyectarle un calmante,la encontró semidesnuda,con el cuello torcido hacia la espalda,pegada a la pared con sus cuatro extremidades,mientras un alarido escapaba de su garganta,para recorrer los pasillos del hospital psiquiátrico.
Eladio respiró hondo y lanzó un escupitajo sobre la fotografía que ,luego de un momento,se transformó en una grande y brillante lagartija negra que se fue corriendo al jardín.
Eladio respiró hondo y lanzó un escupitajo sobre la fotografía que ,luego de un momento,se transformó en una grande y brillante lagartija negra que se fue corriendo al jardín.
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