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jueves, 1 de diciembre de 2016

La llegada del primogénito.

Se escuchan los gritos de los trabajadores a lo lejos y el llanto tenue de un recién nacido invade el alma de Adelaída,que mira al cielo buscando su origen,pero es interrumpida por el brusco grito de un ave negra,que revolotea sobre su cabeza,anuncio del mal augurio.

El trabajo initerrumpido,bajo el fuerte calor que se avecina,le lleva a bajar la cabeza y seguir arrancando las frambuesas de sus afiladas garras.
El capataz,le echa una airada mirada y le insta a seguir.Su vientre inflamado,próximo a los nueve meses,delata el cansancio dibujado en sus ojeras.Necesita el dinero;lleva tres días sin comer y su único alimento han sido una que otra frambuesa dulce que esconde en sus bolsillos.

Mañana será navidad y mientras los trabajadores hablan de la cena y los regalos,el vientre de Adelaída,se contorsiona de hambre, provocandole náuseas. Respira un par de veces y continua su trabajo,bajo un sol abrazador.
El capataz,mira a lo alto y ve el sol en su cenit y decide dar la salida al almuerzo.Los trabajadores llevan sus viandas a la cocina,donde Teresa,mujer agria y severa,les calienta a regañadientes sus comidas.

Adelaída,se dirige al fondo del patio de la casona,bajo los sauces frondosos y se sienta en el pasto verde,absolutamente cansada. Con la alegría de un niño,saca su botín del bolsillo,y disfruta de un puñado de frambuesas,a escondidas de las miradas de los demás trabajadores.Pronto,su bebé se calma y ella cae en un suave letargo.
Cuando abrió los ojos ya era de noche.

Se estiró y sintió frío.Tenía los pies acalambrados y escuchaba a lo lejos,las risas de personas celebrando.Su corazón latió fuerte.Jamás se había quedado dormida en el trabajo y eso le podía costar el puesto,tan ansiado por otros temporeros.
Trató de levantarse pero un dolor agudo y fuerte se lo impidió. Se miró y vio con horror que una inmensa herida le atravesaba desde el ombligo hasta el bajo vientre.Había sangre por doquier y un trozo de tela sucia empapado en el rojo liquido estaba tirado  sus pies, junto aun frasco extraño que despedía un raro olor.
Con gran esfuerzo se levantó y trató de dar unos pasos,para llegar a la casona de los patrones.Pero el dolor la hizo caer al suelo y solo elevó un gran quejido,que se perdió en los suspiros del viento.

Permaneció así, por casi una hora, mientras el frío comenzaba a envolverla en su trágico manto.
Las estrellas titilaban en el cielo y una que otra brisa fría,le revolvía los crespos y negros cabellos.
Una latente pregunta le taladraba el cerebro: su hijo, ¿dónde estaría?.
Y su grito de desesperación se mezcló con el canto burlesco del Chon-Chón.
Adelaída,en estado de shock, casi desangrada,se levantó como pudo y con sus últimos esfuerzos se dirigió a paso lento a la casona.
Allí,los dueños celebraban nochebuena,ajenos al horror que la mujer vivía.
Con sus manos llenas de sangre,se abalanzó al salón y se dejó caer,en medio de los gritos de las mujeres y el asombro cínico de su patrón.
Tras una rápida acción de éste,fue levantada y llevada a un diván,donde con gran esfuerzo,pronunció sus ultimas palabras:

_Nuestro hijo...

El asombro de los presentes mezclado con la ira aparentada de la esposa ,clavaron en su nuca un gélido escalofrío.Pero,Pedro,sin tomar en cuenta la multitud de miradas sobre él, levantó el cuerpo sin vida de Adelaída y salió al patio, para dejarlo caer en un rincón oscuro y volver, como si  nada, a la fiesta.
Las miradas se clavaron en Raquel, la esposa, quién con una burlesca sonrisa,insto a los presentes a recibir sus regalos.
Se dirigieron con gran algarabía al salón,donde un frondoso árbol decorado de luces y brillantes esferas,les daba la bienvenida.
Cuando fue el turno de Pedro,éste tomó un moisés, que estaba a los pies del árbol y lo depositó con suavidad en el regazo de su estéril mujer.

_Feliz navidad,amor mio...

Dentro,un varón paliducho,de escasos kilos,cabellos ensortijados y negros y ojos de profundo color violeta como su padre,miraba con asombro el rostro de la mujer que le sonreía y le acariciaba su cabeza.

_Hola,Pedro José Manuel. ¡Bienvenido a casa!.

Su primer llanto,se mezcló entre el estrepitoso aplauso de los comensales,que miraban atónitos e incrédulos la escena.

Mientras afuera, el frágil cuerpo de su madre,era devorado por los perros, ávidos por sacar el mejor trozo.







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