Su funeral,tan insignificante como su vida,fue olvidado al contar tres paladas de tierra estéril sobre el cajón de aspecto ordinario y común.
Al contemplar su cuerpo inerte,Albertina regresó a la casa y se sentó al final de la escalera,esperando el momento en que Luis Adasme,cruzara la puerta por la cual había desaparecido en el momento justo en que su cuello crujió,producto del empujón que él le propinó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario