Cansada de estar
descongelando el antiguo “frigider”, herencia de familia, me propuse comprarme
un No-Frost, para no estar liada con los
tremendos trozos de hielo que sacaba del antiguo armatoste, para después
agarrar el estropajo y secar el piso.
Durante un tiempo,
juntando y gastando el dinero ahorrado, fuimos con mi familia y un amigo de mi
hijo, a comprar mi ansiado No-Frost.
Que felicidad
irradiabamos.Yo, no tendría que estar cuidando de no mojarme y ellos, tendrían
bebidas heladitas.
Llegamos los cinco al Mall Plaza Oeste -tan atestado de
gente-y visitamos las tiendas buscando
nuestro artilugio.
Pero ese,no era nuestro
día:
-No, ese ya está agotado.
-No, no tiene no-frost.
-No.No lo enviamos
inmediatamente.
-No y no.
Desilusionados, decidimos
irnos al persa Bio-Bio, pero solo encontramos refrigeradores que no nos gustaban.
Habíamos salido después
del desayuno y ya eran las 15:22.hrs.Así que, decidimos almorzar un completo
con bebida y partir nuevamente a buscar el ya famoso frigider.Recorrimos todo
el centro…nada.
Cansados y aburridos, nos
devolvimos a Peñaflor.
Pero, quisimos ir a
Talagante a probar suerte.
Nos dolían los pies, la cabeza,
los críos estaban asqueados y el amigo de mi hijo, desde ese día no ha vuelto a
salir con nosotros…
Cuando ya tirábamos la toalla,
cerca de las 18:00 hrs., nos metimos a una tienda Din.
Allí, había un
refrigerador Whirlpool, automático, WRM
30, letra A, con consumo mensual 26,
66, dos puertas, gran espacio y… ¡con bebidas de regalo!
Me importaba el regalo;
no en vano había recorrido todo Santiago por el cachivache.Pero, cuando pregunté,
no quedaban.
Mi cara mostró toda mi
frustración acumulada.
De pronto, el vendedor,
con sonrisa cínica, me dijo:
-Acá no tenemos, pero en
bodega queda uno.
-¿Va con las bebidas?
-Si.Pero tiene que esperar un rato…
-¡Lo compro!-.
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