Jamás olvidaré aquel putrefacto aroma.Mezcla de carne podrida y cadáver en descomposición.
Aquel ser,asiduo a los cadáveres,visitante inequívoco de los vertederos,subió por los pies de mi cama y caminó lentamente hacia mi faz.
El hedor hirió mi olfato y al tratar de despertar del todo,hincó sus asqueroso hocico en mi ojo,dejando tras de si un reguero de sangre maloliente.
El grito despertó a mis padres,que vieron como aquel negro pericote,se daba un magnífico festín con su botín,mientras yo mostraba una horrenda cuenca vacía,con el rostro y las manos ensangrentadas.Aún espero,que aquella inmunda alimaña ose aparecer de nuevo,para saldar nuestra deuda;treinta años esperando y aún no deja ver su hocico pestilente por aquella cueva por la que escapó.
Aunque me lleve la vida,esperaré a que me devuelva mi ojo.Tomaré el suyo de la misma manera en que el bicho maldito ése,tomó el mío.
A la acechanza de las pesadillas nocturnas,en las que el miedo absoluto se contrapone a lo racional.Junto al gemido lúgubre de las almas en pena y al canto agorero del Tué-Tué,presagio absoluto de que es hora de tu muerte.
martes, 13 de marzo de 2012
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