Ni una mísera flor...

Siempre nos hablaba 
de su perro Nerón.
De la labor ärdua
en las minas de carbón.


Siempre trabajaba
hasta ponerse el sol
Aquí,lavando ropa,
en su hogar buscando amor.


Siempre nos cantaba
una triste canción.
Y hoy que estás bajo tierra
¡ni una mísera flor!.


Siempre nos gritaba
tal vez,con estruendor
¡"hay que portarse bien"!.
(Quizá así era su amor...).


Siempre nos hablaba
del fin del arcoiris.
Del camino que pisaba
la Pincoya y el Ibis.


De los barcos fantasmas,
del Trauco,del tesoro.
Siempre nos hablaba
de cristianos y de moros.


Caminó con paso raudo
por la vida que la hería.
Y cuando estuvo postrada
la enfrentó con más porfía.


Siempre nos hablaba
de los nietos,de su amor.
Y hoy yace bajo tierra
¡y ni una mísera flor!.


Ella siempre nos hablaba
de su casa,allá en el sur,
que algún día regresaba...
imponente,cuál grisú.


Murió lejos.¡Que tristeza!
Ya nunca la volví a ver
agachada en ésa arteza
lavando a más no poder...

Caminando ésos caminos
a paso tan apurado.
¡Mira que cruel su destino:
su cuerpo la ha atrapado.


Once años sin moverse
como muñeca de trapo.
¡Hay que estar ahí pa' verse
tendida como un guiñapo!.


Ella siempre nos hablaba...
¡Ay, mierda no sé de qué!.
Solo se que suspiraba
llegado el atardecer.


Hoy que yaces bajo tierra
silente,¡ya sin dolor!,
esperando ser amada
y ni una mísera flor.


Vivió siempre de arrimada
soportando con pudor
los insultos,las miradas
de los que causan dolor.



Y yaces bajo la tierra
en una tumba prestada.
Ay,si tan solo pudiera...
Pero,de hacer,no hago nada.


Ella siempre trabajaba
siempre buscaba el amor...
Y hoy en su tumba helada
¡ni una mísera flor!.

                                     (2 febrero 2007).