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miércoles, 4 de febrero de 2009

ANSELMO

El camino estaba tapizado de hojas oscuras,mojadas por la lluvia de la noche anterior.Anselmo caminaba despacio silbando una melodía apenas imperceptible entre los quejidos del viento.Había terminado su jornada de trabajo y ansiaba llegar a su casa por un buen sorbo de café para paliar el frío de la noche.Estaba despejado;se veían las nubes oscuras queriendo atrapar la luna y respiró hondo aquel aire limpio que lo hizo estremecer. Había pasado por ahí muchas veces,tantas que ya no se podían contar y lo único que realmente conocía bien de aquel pueblo que odiaba tanto,era ese camino bordeado de arboles y siempre húmedo por la escasa luz natural que le daba;sintió un escalofrío y apresuró el paso.Sus sentidos estaban alertas,cualquier ruido lo hacía sobresaltar y su corazón latía presuroso por llegar al final del camino enraizado a los arboles que le daban un aspecto fantasmagórico.Otro escalofrío.Y otro más... Buscó entre sus cosas algún cigarrillo,pero se detuvo en seco cuando escuchó a su alrededor una carcajada de ultratumba. La risa venía de todas partes;lo envolvía como un torbellino amenazante.Respiró hondo y caminó raudo en dirección a su casa,no faltaba mucho así que no había de qué preocuparse y siguió silbando sin poder contener el frío que le carcomía los huesos.Intentó mirar hacia atrás,pero el miedo lo sacudía por completo y sin dejar de caminar,cerró los ojos.Apretó con fuerza su morral y comenzó a correr.Sabía de memoria el camino,pero se detuvo de nuevo al oír un susurro espeluznante. No entendió bien que decía o no quiso hacerlo.Abrió los ojos y escudriñó en la oscuridad,solo hasta donde podía,pues no tuvo el valor para girarse y ver hacia atrás.Sintió un olor pestilente que hería su olfato y un cosquilleo en su nuca que le erizaron los vellos de su tembloroso cuerpo;volvió a cerrar los ojos y apretó con dureza los puños,no tanto en forma de defensa sino, por que no soportaba el terror.Así estuvo largo rato,escuchando los latidos de su corazón y su respiración entrecortada,los quejidos del viento y el revoloteo de unas alas.El olor se hizo cada vez más insoportable. Anselmo abrió los ojos pensando que se podría tratar de un animal muerto y que la fatiga le estaba jugando una mala pasada,pero quedó estupefacto ante el panorama:ya no estaba el cielo despejado sino que una espesa bruma cubría el paisaje donde todo le pareció más aterrador; se dio cuenta,después de unos minutos,que aún faltaba mucho para salir del camino y quedó paralizado. Parpadeó muchas veces intentando reconocer algo,pero lo único que le pareció conocido era el camino que lo aterraba y que lo llevaba a casa junto a los esqueléticos álamos,amenazadores y espectrales.Miró hacia el cielo y se espantó de la luna negra que iluminaba de forma fantasmal aquel tétrico lugar,como así del camino polvoriento y seco,que en nada se parecía al húmedo y desolado sendero que él conocía.Apuró el paso y el crujir de su caminar le aceleró la respiración y los latidos del corazón desbocado.Una gota de sudor frío bajó por su frente...
La bruma se hizo espesa,tanto, que caminaba a tientas,estirando las manos y palpando los bordes de los álamos para tener una guía;sabía que debía caminar en línea recta,que pronto estaría a salvo con un buen café en las manos,junto a su mujer,pero la noche se hacía cada vez más oscura y fría;temblaba a sobremanera y comenzó a buscar en sus recuerdos los rezos olvidados y maldijo en voz alta por no llevar el pequeño crucifijo que ella le diera.Era un hombre hecho y derecho y sonrió vagamente por sentir miedo;sumido estaba en ese pensamiento,cuando escuchó la carcajada seguida de un estremecedor gemido.De entre el follaje escuálido creyó ver un Chon-Chón que lo espantaron aún más y cuando escuchó su fatídico canto(si así se le puede llamar al "tué-tué" estrepitoso que solo anuncia desgracias),repitió en voz alta lo único que le vino a la mente:
="martes hoy,martes mañana,martes toda la semana".
Sin saber siquiera,lo que significaba o por qué lo había dicho. El hedor se hizo cada vez más insoportable y como llevaba mucho rato caminando por el hostil camino que nacía y moría en la noche,se dejó caer al suelo con los pies acalambrados y la respiración fatigosa;escuchó la horrenda carcajada seguida del estremecedor canto que más parecía un llanto sarcástico arrancado de los confines del infierno y apretó con fuerza entre sus heladas manos el morral sin saber que decir. De pronto,sintió una respiración gélida sobre su nuca y su pecho latió endemoniado al escuchar desde la oscuridad profunda una voz macabra que le preguntaba:
--¿Dónde moras...?
Corrió,pero el ser aquel,con su fatídico"tué-tué",repetido mil veces,revoloteaba sobre él con su fetidez y su aliento gélido que hicieron que Anselmo,aterido y cansado,cayera de bruces al suelo donde el crepitar de las hojas de aquel camino desconocido,morada de los temores más absolutos,atenuaron su caída en un eco mortal que espantó por unos minutos su pavor. Resopló, fatigado y frustrado tratando de entender qué sucedía,cuando sintió un arañazo que destrozó su espalda.Su grito fue opacado por el cántico del Chon-Chón,mientras era lanzado como un juguete,varios metros más allá;se levantó como pudo y trató de correr,mientras el miedo lo envolvía por completo,nublando sus pensamientos al ver aquella horrenda figura que parecía sacada de lo más oscuro del infierno y que, a Anselmo le pareció una cabeza sanguinolenta
--¿Dónde moras...?
Con su último aliento,negándose al suplicio insidioso de ver vagar su alma en las llanuras,cual candelilla,aferrado al suelo pestilente y reseco respondió,mientras su cabeza era cercenada por aquella garra del averno:
--En el insomne terror nocturno...

A la misma hora,preocupada por la tardanza de Anselmo,su mujer abrió la puerta al escuchar un ruido.Se estremeció y entró rápidamente,mientras repetía en voz baja:
--"Martes hoy,martes mañana,martes toda la semana...".
A lo lejos se divisaba la figura de Anselmo.



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