Hacía frío ésa noche,pero Adela estaba sentada en la entrada de su casa impávida,con un tazón de café en sus manos que temblaban sin cesar.La puerta estaba abierta de par en par y dentro no se escuchaba el llanto del bebé;quizá dormía...
Suspiró hondo.Sintió un cosquilleo en su nuca,pero no le dió importancia y fijó sus ojos en el café helado y la taza descolorida y lo arrojó todo al piso.Pensó en el niño,pero la flojera de ir a verlo fue más fuerte y siguió sentada en el mismo lugar,con la ropa desgarrada y el cuerpo aterido.Vomitó casi sobre sus pies y se quedó contemplando lo que había expulsado en extasis absoluto,mirando sus manos delgadas con una sustancia pegajosa adherida en ellas.Aún así,siguió en el mismo lugar.
Adela era una mujer menuda,delgadísima hasta lo impensable,que llevaba siempre consigo un medallón de plata antiguo colgado al cuello que simbolizaba un hombre desnudo con tres serpientes en la mano izquierda y en la derecha un ramo de flores muertas(como acostumbraba a llamar a las flores recien cortadas), frente a una gran fuente de sacrificios que incitaban al placer escandaloso,promiscuo e incestuoso.Apretó su pecho y buscó el ansiado medallón que le habían usurpado-estaba segura de no haberlo perdido-y volvió a suspirar.Una ráfaga de viento helado la hizo sobresaltar y levantándose tullida por tanto tiempo sentada,se dirigió a la casa;no se molestó en cerrar la puerta.Miró con desgano la cocina,la sala de estar,el piso,las paredes...Todo le dió naúseas y volvió a vomitar.Miró las escaleras y subió los peldaños de uno en uno,con tal abulia,que parecía que se dormiría en cualquier segundo.
Un olor pútrido le hirió las narices y se tapó con la mano;avanzó despacio hasta la primera puerta que encontró y suavemente la empujo:el espectáculo era grotesco...Cayó al suelo y comenzó a llorar de miedo mientras notaba que el piso se recubría de la misma sustancia pegajosa que tenía en sus manos.Gritó desesperada y sintió como una fuerza invisible la tomaba y la levantaba en andas para colocarla frente al cuerpo mustio del niño que yacía descuartizado,ya con los signos del rigor mortis:era su hijo...
Quizo salir corriendo,pero aquella fuerza no la dejaba y trató de gritar nuevamente,pero su voz no obtuvo sonido sino que una fuerte explosión de vómito sanguinolento y verdoso.Tuvo miedo.Pero estaba atrapada por aquella extraña potestad que la tenía obligada a mirar el tétrico panorama.Lloró,pero una voz grave le ordenó guardar silencio y la arrojó escaleras abajo.Cada vez que intentaba gritar le venían fuertes vómitos y no podía detenerse,mientras aquella voz dura le susurraba su destino;se arrastró hasta el jardín,envuelta en sangre y vómito fétido,cuando fue de nuevo levantada por el aire y arrojada hacia la puerta de su casa.
Allí lo vió.Grande,oleoso,sanguinolento,pútrido...Adela se levantó como pudo y miró con ojos desencajados al ser que le susurraba mientras se acercaba:
=Unn bee-sooo....
Intentó gritar,pero aquel engendro la había asido fuertemente,mientras introducía su espinuda lengua en su boca roja profiriéndole cortes profundos en su garganta al instante que desgarraba sus miembros,ensangrentando las paredes de la casa,mientras en un último atisbo de cordura,sintió explotar sus globos oculares y su cerebro;solo un despojo quedó de Adela,mientras el engendro se iba arrastrando hacia el jardín,saboreando el beso gélido y fatídico,hasta encontrar un cuerpo más parecido a un costal de huesos,que lo mantenía con vida,desde el principio de los tiempos.